«La Patagonia, cualesquiera sean los límites del territorio al que se le adjudica ese nombre, ha sido desde su primera inscripción en las narrativas de viaje una zona manejable para el imaginario europeo primero y el criollo después».

                                                                                                                             Ernesto Livon-Grosman

Patagonia: Intemperie sin fin

La Patagonia es fecunda, es una “intemperie sin fin” que  inquietó desde las primeras  exploraciones  a los arriesgados viajeros. Nos dejaron crónicas y relatos con sus percepciones ante tanta vastedad,  porque hablamos del territorio que tiene como eje a la Cordillera de los Andes con el océano Pacífico al oeste hasta el oleaje del Atlántico que golpea las costas en el este. Todo es plenitud e infinita lejanía .

Tenía guardada esta reflexión de Sergio De Matteo que me permito compartir:

«En la Patagonia se presiente la inmensidad del paisaje, la naturaleza hostil y las distancias encubren un vacío imponente, una nada, un caos que urge callar para que no nos silencie.

Creo que el resultado de este paisaje patagónico es esa sensación de la nada y del vacío que te refleja un elemento que es fundamental en el paisaje patagónico.

En realidad el protagonista del paisaje patagónico es la estepa, es la estepa patagónica que es el desierto y lo que trae consigo, que es la distancia. Y ese recorrer distancia, ese tiempo que nunca pasa, es un excelente provocador de la reflexión, de la contemplación y del silencio».

Como también «La Patagonia es tiempo, es caminar y no llegar nunca, es tratar de apropiarse de esa distancia y verse sometido a sí mismo».

Patagonia: la lejana

Según Cristián Aliaga

“A la Patagonia llaman

sus hijos la Madre Blanca.

Dicen que Dios no la quiso

por lo yerta y lo lejana,

y la noche que es su aurora

y su grito en la venteada

por el grito de su viento,

por su hierba arrodillada

y porque la puebla un río

de gentes aforesteradas.

[…]

¡Qué Madre dulce te dieron,

Patagonia, la lejana!

Sólo sabida del Padre

Polo Sur, que te declara,

que te hizo, y que te mira

de eterna y mansa mirada.

[…]

La brisa la regodea

y el loco viento la alza.

No hay niña como la hierba

en abajar bulto y hablas

cuando va llegando el puelche

como gente amotinada,

y silba y grita y aúlla,

vuelto solamente su alma.”

El Macá Tobiano: símbolo de la naturaleza silvestre

En esta región austral sudamericana habita el macá tobiano, zampullín tobiano o pimpollo tobiano (Podiceps gallardoi)  una especie de ave podicipitiforme de la familia Podicipedidae. (Aves acuáticas con una distribución global, sólo se ausentan de algunas islas oceánicas y las regiones árticas. Nadan con gran agilidad tanto en la superficie del agua como bajo de ésta. Algunas especies han perdido la capacidad del vuelo. La alimentación consiste de peces, moluscos, crustáceos, insectos, y vegetación acuática.)

Es el emblema del recientemente creado  Parque Nacional Patagonia y  fue declarada Monumento Natural de la provincia de Santa Cruz.

Se lo conoce como «tobiano» ya que esta expresión es usada por el hombre de campo para indicar el pelaje de algunos caballos y aquí refiere  al color de su plumaje. Un tal Tobías Aguiar,  invadió las provincias de Río Grande Do Sul en 1848. Los  guerreros montaban en caballos de pelo “tobiano” con considerables manchas fijas, a los que se llamó “tobianos”, por Tobías.

Reanudando la descripción de sus características, sabemos que el macá tobiano es un ave zambullidora con un plumaje blanquinegro muy atractivo. Su cabeza es negra, y las plumas  de un tinte amarronado a castaño rojizo con el cuello y la panza blancos. Su pico gris azulado es corto. Son aves de tamaño intermedio, de unos 35 cm y no pesan más de medio kilo.

Según sostienen  Mc Allister y Storer  “El Macá Tobiano no presenta ningún dimorfismo sexual aparente: las diferencias usadas en otros zambullidores para distinguir los sexos, mayor tamaño, mayor desarrollo del pico y crestas y penachos más largos en los machos”.

Su Hábitat

Se los descubre en 1974 en la laguna de los Escarchados de la provincia argentina de Santa Cruz. Este espejo de agua debe su nombre a una hecho real, ya que en ella  murieron congelados unos lugareños. Se encuentra  en la meseta de las Vizcachas, a unos 700 metros de altitud, cerca del valle del río Santa Cruz .Para una más fácil ubicación está a 50 km al este-sudeste del  más conocido lago Argentino.

Las lagunas santacruceñas suelen presentar un  lecho donde se combina greda y pedregullo. Pueden alcanzar unas  150 hectáreas, pero ante la escasez de precipitaciones, sólo mantienen agua en algunos reservorios durante la primavera con los deshielos. Al llegar las bajas temperaturas del invierno se escarchan, congelándose  su superficie casi en su  totalidad.

En estas lagunas situadas en altas mesetas, el macá vive en primavera y verano, pero al llegar la temporada invernal esas lagunas se congelan, por lo que la especie migra. Es un habitat frío y muy ventoso.

En las aguas profundas y transparentes, domina la vinagrilla, una planta acuática donde habitan los pequeños invertebrados de los que  se alimenta, como caracoles, dípteros y coleópteros; en ésta copula y también  construye su nido como una plataforma flotante. Pone dos huevos en él, de los cuales sólo nacerá un pichón luego de una incubación que se extiende por 21 días.

Cuando nacen, las  crías están cubiertas de un plumón rayado que es inconfundible de esta especie; gradualmente lo van modificando al llegar a ser adultos.

Se asienta en grupos nutridos, son virtuosos nadadores y buceadores, y lo poco que vuelan, lo hacen de noche.

Situación actual del Macá

De los 3000 o 5000 macaes que se apreciaron en los años 80, fueron desapareciendo para llegar a  una población que escasamente llegue  a la fecha a unos 800. ¿A qué se debe esta dramática reducción?  La respuesta debemos encontrarla en la presencia de especies exóticas que fueron introducidas en su ecosistema. Como ejemplos: la trucha que “importada” de USA y Alemania en varios lagos y  lagunas patagónicas  en las que el macá tobiano suele anidar, alteró la calidad del agua y entró en competencia por los mismos alimentos. También el visón americano que como sostienen investigadores de la Universidad Nacional de La Plata es “un pequeño mamífero exótico que se ha transformado en una auténtica amenaza para los ecosistemas sureños  poniendo en riesgo de extinción a distintas especies de aves acuáticas de la región”. Por último  la gaviota cocinera, que habitualmente habita  la costa atlántica  argentina y ahora lo hace también tierra adentro alimentándose de pichones y  huevos de macá tobiano.

Proyecto Macá Tobiano

Esperemos que el actual Proyecto Macá Tobiano que lleva adelante la organización nacional Aves  Argentinas , miembro de BirdLife International  de “monitoreo sistemático de todas las mesetas de importancia; con censos en el período invernal en la costa atlántica; el seguimiento mediante el uso de telemetría; el estudio de su ruta migratoria para evaluar otras potenciales amenazas; la asignación de agentes de conservación para implementar medidas de acción directa (control de visones y gaviotas cocineras); y acciones de concientización con las comunidades de la región” comience a dar  fructíferos resultados.

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