» Si sirves a la naturaleza, Ella te servirá a tí»

Confusio

En estos días muchos estamos conmovidos por la aparición con vida de 4 niños en la selva de la Amazonia Colombiana de la comunidad uitoto que sobrevivieron a la caída de la avioneta que los llevaba a Bogotá huyendo de amenazas terroristas a su comunidad.

Pero centrémonos en la maravillosa noticia de la vida: “La selva los salvó”

“Mi Selva es la imponente imagen de verde manto,

bañada por sus ríos cual princesa dorada,

posando al infinito su galante alborada

de ofrenda musical por las aves en su canto.”..

Mi Selva es portentosa y enciende llamarada,

mezclando flora y fauna en el tórrido crisol

de mágicas lumbreras por ríos y quebradas.

Mi Selva es prodigiosa”

Extractos del original de Walter Zagaceta Torres

La selva no es solo lo verde, sino que hay energías milenarias con las cuales las poblaciones se relacionan, aprenden y se ayudan. Cae la lluvia y se puede pensar que eso los afecta, pero en realidad los protege, los baña, los limpia.

Estaban en sintonía con la naturaleza.

En un relato de la BBC que el diario La Nación reproduce leemos:

“Cada árbol, cada planta, cada animal indica dónde estamos, qué hay disponible y cuáles son las amenazas. Y los niños saben interpretar eso.

Además de su aprendizaje, se ayudan de los animales. Por ejemplo, de los micos, que como se alimentan parecido a nosotros, con muchas frutas dulces, sirven de guía. Hay una convivencia entre nosotros y ellos, que, como están en los árboles, van tirando alimento al piso. El reto es adaptarse a su movimiento, que es rápido.

No se trata de imitarlos, sino seguir y observar su paso para encontrar la comida. El quiebre de una rama, por ejemplo, es un indicio del camino a seguir. Su sonido y su paso da alertas de los animales (del jaguar, de la boa).

En esa relación con el mico podemos camuflarnos y protegernos. El ejército ha dicho que parte de la dificultad para encontrarlos fue que los niños estaban en movimiento. ¿Por qué lo hacían? Porque uno en la selva no puede quedarse quieto. Por instinto, te mueves. Porque en la selva nosotros no estamos pendientes de salir, sino de encontrar comida y cosas que nos permitan pasar mejor la noche.”

La selva del Guaviare

«Es una selva muy oscura, muy densa, donde están los árboles más grandes de la región.

Hay frío, sancudos, humedad. Es peligroso, porque es el corredor del jaguar, de la anaconda, de la serpiente verrugosa, una de las venenosas más grandes de América.

La selva se la recorre con respeto. Cada centímetro de la selva tiene una espiritualidad que no puedes invadir. Cualquier movimiento implica un diálogo con el chamán, con el espacio.

Cada cosa, cada árbol, es un ser que puede dar enseñanza, un vínculo que puede dar a cambio medicina y comida y agua. Por ejemplo, los árboles tienen la función de proteger mientras duermes: son el gran ancestro, el gran protector. Te dan cobijo, te abrazan.»

El alimento puede estar en muchas hojas húmedas y pequeños riachuelos, de los que no necesariamente se puede beber.

«Pero hay hojas que permiten purificar el agua, pero otras que son venenosas. Hay que cogerlas de cierta manera, lavarlas de cierta manera y luego de un rato, usarlas para recoger agua.

También pudieron usar técnicas de limpiarse el cuerpo con hojas que sirven para que los zancudos e insectos no te ataquen tan fuerte.»

Seguro encontraron una pequeña mata que permite limpiar los pies para evitar que las serpientes los vean o los piquen. «Se come algún tipo de gusano desde una hormiga hasta un ave es comida.

Y sobre todo creo que comieron frutas, como manzanillas, unas pepas rojitas dulces que en esta época están en abundancia. Esas ayudan a no deshidratarse y dan energía. También hay polvos que sirven igual que el mambe de coca, un remplazo que da calorías, que calienta el cuerpo.»

 En la selva hay seres que protegen, que acompañan. La selva no es solo lo verde, sino que hay energías milenarias con las cuales las poblaciones se relacionan, aprenden y se ayudan.

“El amor por todas las criaturas vivientes es el más noble atributo del hombre”. Charles Darwin