Sangay nos lleva a conocer volcanes
Según nos cuenta la página de áreas protegidas de Ecuador, el Patrimonio Natural Sangay toma como emblema al llamativo volcán de cono perfecto: Sangay uno de los más activos del mundo. Su última erupción empezó en 1934 y continúa hasta hoy. Su nombre viene de Samkay, que en shuar significa “espantar”.
Este parque tiene como principales atractivos tres volcanes (dos de ellos activos), una infinidad de lagunas con historias asombrosas, como aquella donde centenares de pájaros acuden a morir, y una enorme biodiversidad. El parque se extiende sobre la cordillera Oriental protegiendo páramos, bosques altoandinos y bosques subtropicales. Por toda esta maravillosa geografía y extraordinaria biodiversidad, en 1983 la UNESCO lo declaró Patrimonio Natural de la Humanidad.
Inspiración volcánica
Tierra de volcanes majestuosos, Ecuador nos invita a conocer atractivos paisajes naturales que fueron inspiración histórica para personales eclécticos como naturalistas, próceres y pintores entre otros.
Entra las visiones inspiradoras del paisaje ecuatoriano se destacan Alexander von Humbolt, Aimé Bonpland, Simón Bolivar, Friedrich Georg Weitsch, Johann Moritz Rugendas, Ferdinand Bellermann y Frederic Edwin Church.
Hablar de volcanes es dialogar con el Volcán Chimborazo, que debe su nombre al dios de los Puruhá, más tarde adorado por los Incas. Se le adjudican varios significados, entre ellos: asiento, dueños de casa, montaña, mujer, nieve y sombra protectora.
«Mi delirio sobre el Chimborazo»
En la visión del macizo ecuatoriano se inspiró Simón Bolivar al momento de darle vida a su notable texto: “Mi delirio sobre el Chimborazo”. El poema en prosa fue escrito con una finalidad poética donde el autor muestra la pequeñez humana delante del infinito. Allí se imaginó desde su cima, viendo la América Independiente, pasando más allá del tiempo, más allá de los siglos. La obra es considerada una alegoría, un delirio, una ensoñación.
Desde su producción, los lectores pueden descubrir una primera parte lírica por la forma como expresa la ascensión al volcán y una segunda parte más dramática ligada a la crisis ideológica vivida por el autor después de la batalla de Carabobo. Es una de las piezas representativas del Romanticismo americano.
“Yo venía envuelto en el manto de Iris, desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco al Dios de las aguas. Había visitado las encantadas fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del Universo. Busqué las huellas de La Condamine y de Humboldt; seguílas audaz, nada me detuvo; llegué a la región glacial, el éter sofocaba mi aliento. Ninguna planta humana había hollado la corona diamantina que pusieron las manos de la Eternidad sobre las sienes excelsas del dominador de los Andes. Yo me dije: este manto de Iris que me ha servido de estandarte, ha recorrido en mis manos sobre regiones infernales, ha surcado los ríos y los mares, ha subido sobre los hombros gigantescos de los Andes; la tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiempo no ha podido detener la marcha de la libertad. Belona ha sido humillada por el resplandor de Iris, ¿y no podré yo trepar sobre los cabellos canosos del gigante de la tierra?
¡Sí podré!
Y arrebatado por la violencia de un espíritu desconocido para mí, que me parecía divino, dejé atrás las huellas de Humboldt, empañando los cristales eternos que circuyen el Chimborazo. Llego como impulsado por el genio que me animaba, y desfallezco al tocar con mi cabeza la copa del firmamento: tenía a mis pies los umbrales del abismo.
Un delirio febril embarga mi mente; me siento como encendido por un fuego extraño y superior…[…]”
Imagen y palabra
Citando a Javier Abad Molina los seres humanos vivimos inmersos en una permanente narración de imágenes portadoras de mensajes en una cultura visual. Así, “leemos la vida”; la alfabetización visual ya no se asocia solo a la escritura y lectura de textos, sino también a las llamadas “nuevas alfabetizaciones”.
De esta manera, las artes visuales enriquecen la experiencia cultural y favorecen la capacidad de interpretar y producir mensajes combinando distintos lenguajes desde una visión crítica y creativa.
El explorador, geógrafo y naturalista Alexander von Humboldt tuvo un profundo efecto en las artes visuales, alentando a los artistas a vivir la naturaleza y promoviendo la pintura paisajística como una manera de transmitir a la humanidad lo que sus ojos contemplaron.
El ascenso de Humboldt al volcán Chimborazo junto a su compañero de viaje, Aimé Bonpland fue muy publicitado. Esta imagen corresponde a una dibujo de los expedicionarios.
Uno de los cuadros más conocidos de Friedrich Georg Weitsch es «Humboldt y Bonpland en la falda del Chimborazo», donde el artista sobre un lienzo pintado al óleo expone al viajero al pie del cerro. La pintura muestra a un indígena que con una actitud servicial le entrega un sextante, debajo de un árbol del que pende un barómetro.Debajo de un improvisado toldo esta sentado Aimé Bonpland que tiene en sus manos un libro abierto y una planta. Su estuche de herborización nos muestra que está entretenido en el análisis de su colección de hierbas.
Al ser reproducido en esta pintura de 1806, Bonpland se convierte de manera casi icónica en la encarnación del científico nuevo.
El cuerpo de un grandioso cóndor, símbolo del mundo andino, yace tendido junto a ese gabinete de trabajo nómada,en medio de una naturaleza tropical, muy exótica para el observador europeo.
http://mireyavasquez.blogspot.com.ar/2011/10/mi-delirio-sobre-el-chimborazo-de-simon.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Provincia_de_Chimborazo#/media/File:Chimborazo1.jpg
www.oei.es/historico/congresolenguas/comunicacionesPDF/Abad_Javier.pdf
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