«Anduve , San Martín, tanto y de sitio en sitio
que descarté tu traje, tus espuelas, sabía
que alguna vez, andando en los caminos
hechos para volver, en los finales
de cordillera, en la pureza
de la intemperie que de ti heredarnos,
nos íbamos a ver de un día a otro.
…
San Martín, otros capitanes
fulguran más que tú, llevan bordados
sus pámpanos de sal fosforescentes,
otros hablan aún como cascadas,
pero no hay uno como tú, vestido
de tierra y soledad, de nieve y trébol.
Te encontramos al retornar del río,
te saludamos en la forma agraria
de la Tucumania florida,
y en los caminos, a caballo
te cruzamos corriendo y levantando
tu vestidura, padre polvoriento…
Así sea, y que no nos acompañe
la paz hasta que entremos
después de los combates, a tu cuerpo
y duerma la medida que tuvimos
en tu extensión de paz germinadora.»
San Martín. Extracto del poema de Pablo Neruda
La Cordillera de los Andes es sinónimo de San Martín
«Lo que quiero hacer es imposible, pero es imprescindible»
(Gral. José de San Martín).
Imposible no poner el foco en la epopeya Sanmartiniana de 1817 , hace 207 años atrás al cruzar la Cordillera de los Andes. El General Don José de San Martín, nuestro Padre de la Patria, cobra por supuesto notoriedad cada año al recordarlo en su fallecimiento un 17 de agosto de 1850.
Hablamos de la región de Cuyo que limita con el territorio chileno. A comienzos del siglo XIX la agricultura provincial se centraba en el cultivo de viñedos y frutales, que se comercializaban junto a sus derivados como vinos, vinagres, aguardientes, frutas secas, etcétera.
En tiempos de preparación del Ejército de los Andes que cruzaría la Cordillera para libertar a Chile, se cultivaron cereales como el maíz, la cebada y el trigo. Como forrajera se cultivó la alfalfa para alimentar el ganado vacuno y caballar destinado al Ejército.
San Martín dio un apreciable fomento a la actividad agrícola, buscando remediar un problema clave que impedía su desarrollo: la escasez de agua. Como gobernador cuyano relevó las condiciones del sistema de irrigación de la época colonial para mejorarlo y extenderlo: la provisión a la ciudad de Mendoza con agua del río homónimo, a través del Canal Zanjón, del Tajamar y de la acequia Tabalqué. Los ríos cuyanos bajan de la Cordillera originados por el derretimiento de la nieve y el aporte de las escasas lluvias. El río Tunuyán abastecía a localidad de La Paz, llegando hasta el Desaguadero. Hubo que realizar distintas obras de irrigación para ampliar la superficie de tierra cultivable.
Conocer la naturaleza
Leemos que para ordenar el regadío estableció que todo propietario de tierra entregara un croquis a escala, demarcando la forma y superficie de la finca, para informar lo más exacto posible el número de cuadras que comprendía. Estableció así una racionalización del recurso hídrico. Sin duda, tarea de un Ingeniero Agrimensor ya que constituía primer Catastro del sistema de irrigación, bajo el cual se asignaron las correspondientes cuotas de regadío a los propietarios regantes.
Grandes extensiones de tierras que estaban ociosas se incorporaron a la productividad con la incorporación del riego artificial mitigando la problemática de la falta de agua. A cada propietario-agricultor se le entregaron plantas y semillas nuevas con el fin de diversificar la producción.
Su legado es imposible de caratular, sus principios emocionan y nos provocan a cambiar de paradigmas. Ver en la naturaleza y la geografía, las oportunidades que brindaban para preparar el exitoso cruce andino.
«Primero es ser que obrar..dedicarnos al interesante cultivo de las letras.»
San Martín 1815
En Iagua España hemos publicado un texto muy similar a éste, junto a Marta Lema en nuestro blog
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