En la Cordillera Blanca, la cadena montañosa tropical más alta del mundo, se alza a 6.768 metros sobre el nivel del mar el monte Huascarán, que da su nombre a este parque. Sus profundas quebradas surcadas por numerosos torrentes, sus lagos glaciares y su vegetación variada forman un conjunto de belleza espectacular.

Desde la Literatura podemos percibir la cultura popular peruana, que nos permite a través de sus leyendas de dioses y naturaleza adentrarnos  en el mágico entorno de los Andes.

 Leyenda de Huandoy y Huascar

“Hace muchos años, una poderosa tribu se asentaba en las faldas de la cordillera. Era gobernada por un cacique benévolo.

El cacique deseaba que su hija Huandi se casara con un monarca del reino vecino, pero la princesa mantenía amores secretos con Huáscar, uno de los más apuestos soldados de la guardia.

Una noche, la princesa fue a encontrarse con su galán, pero fue descubierta por uno de los servidores, que dio parte de este hecho a su señor.

Encolerizado el monarca, ordenó que fuera llevada ante él.

– Te prohíbo que ames a este hombre. Nunca más volverás a verlo – le dijo.

Los dos jóvenes decidieron salvar su amor y se fugaron. Pero pocos días después, fueron aprehendidos y llevados ante la presencia del cacique, de cuyos labios escucharon el castigo.

– ¡Átenlos a la cumbre más alta! – exclamó – No merecen mi perdón.

La princesa y su amado fueron atados frente a frente, en unas rocas que se encontraban en las cumbres más altas. Ahí sólo recibieron la inclemencia del frío y la nieve.

El sufrimiento les hizo derramar lágrimas en abundancia. Pero un día, el dios de los Huaylas se compadeció de ellos y los convirtió en dos soberbios nevados, que se levantaron desafiantes por encimas de las cordilleras.

La bella princesa Huandi quedó transformada en el Huandoy. Y el apuesto joven, en el Huacharan. Las lágrimas de los jóvenes dieron origen a numerosos torrentes que formaron hermosas lagunas, como la de Llanganuco, que se extiende a los pies de la cumbre más alta del Perú.

Y allí permanecerán siempre, como un eterno símbolo de amor imposible.”

 

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Parque Nacional Huascarán

El Parque Nacional de Huascarán  está ubicado en la zona norte – centro del Perú, con una extensión de 340.000 hectáreas. Es un emblema peruano debido a  que protege una de las zonas con la mayor diversidad biológica y cultural que tiene el país andino.

En su interior prereserva a  la ecorregión de la Puna Húmeda de los Andes Centrales y desde 1985 ha sido incorporada en la lista de los Patrimonios Naturales de la Humanidad de la UNESCO.

El Parque presenta  un terreno accidentado y comprende  la ladera oriental de la Cordillera Blanca. Nos posibilita descubrir cumbres nevadas con altitudes que oscilan entre los 5.000 m.s.n.m. y 6.768 m.s.n.m. Atravesado por quebradas profundamente encajonadas como resultado de la erosión fluvio- glaciar; y un gran número de lagunas.

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Huscarán está enclavado en una zona eminentemente tropical, albergando los nevados más altos del mundo habiéndose relevado cerca de 660 glaciares y 300 lagunas de origen glaciar que dan origen a numerosos ríos entre los que se destacan el Santa, el Marañón y el Pativilca.

Según el Servicio Nacional de áreas Protegidas del Perú (Sernanp)  En cuanto a la fauna, debido al buen estado de las formaciones vegetales, se encuentran numerosas especies. Así, se registra más de 120 especies de aves y 10 de mamíferos. Entre las aves más resaltantes tenemos el cóndor andino (Vultur gryphus), el pato de los torrentes (Merganetta armata) y la perdiz de puna (Tinamotis pentlandii), el pato jerga (Anas georgica spinicauda), el pato cordillerano (Lophonetta specularioides alticola). Se encuentra también el zambullidor pimpollo (Rollandia rolland morrisoni), la gallareta gigante (Fulica gigantea), la gaviota andina (Larus serranus).

Entre los mamíferos destacan el gato montés (Oncifelis colocolo), el gato andino (Oreailurus jacobita), el oso de anteojos (Tremarctos ornatus), la taruca (Hippocamelus antisensis) rumiante de grandes cuernos de mayor tamaño que el venado—, y la vicuña (Vicugna vicugna). Otras especies de importancia son el venado gris (Odocoileus virginianus), el puma (Puma concolor incarum), la vizcacha (Lagidium peruanum), la comadreja (Mustela frenata agilis), el añaz (Conepatus sp.), el zorro andino (Pseudalopex culpaeus), entre otros.

El PNH presenta un amplio espectro de microclimas, lo que ocasiona que se tenga un mosaico de diversos tipos de vegetación íntimamente ligados entre sí. Se han identificado 779 especies de flora altoandina distribuidas en 340 géneros y 104 familias. En esta diversidad florística, la familia de las Bromeliáceas está representada por la puya Raymondi (Puya raimondii),  especie que tiene la inflorescencia más grande del mundo y que es uno de los objetos de conservación del parque. Allí también se encuentran bosques relictos y numerosas especies de gramíneas que conforman el pajonal de puna.

En el PNH se pueden apreciar rodales de puya Raymondi ubicados principalmente en las quebradas Carpa y Queshque. También se conservan bosques relictos de quisuar (Buddleja coriacea) y de queñua (Polylepis sp), que están ubicados principalmente al norte del sector Llanganuco. Se tiene también praderas altoandinas, césped de puna y diversos oconales (bofedales), situados principalmente por encima de los 4,500 m.s.n.m.

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Rosa Cerna Guardia

Rosa Cerna Guardia nos ha donado el bien excelso de una forma piadosa de ver su tierra, una actitud frente a la vida, una manera de vivir, llena de encanto, de compasión y de asombro; capaz de lograr a través de su pluma un instante de fina y honda trascendencia.

Recorrer su literatura,  es viajar por la historia del Perú y su imponente geografía.

Tierra de cántaros sonoros

“Mi voz nació de entre las cordilleras,

De tanto imitar el eco en las montañas,

De tanto enhebrar el ovillo de la luna,

Entre sauces y retamas.

 

Me viene el canto por la paternidad del viento

la maternidad directa del viento en los arroyos,

por la lluvia, el trueno, el rayo y el arco iris.

 

También por la hermandad del nido con mi casa

un mismo árbol teníamos delante que avecinaba trinos

Y una población de estrellas en la noche

capaz de recogerlas con las manos.

 

Por eso canto siempre en primera voz,

no por mí misma. Por mi tierra de origen,

tierra de cántaros sonoros. Yo recibí por refracción

entre sus altos hornos toda la ternura que hay en mis palabras

me fue fácil: sólo dejé que mi alma alfarera

copiase hacia adentro su belleza.”