“[…] Entonces en la escala de la tierra he subido

entre la atroz maraña de las selvas perdidas

hasta ti, Machu Picchu.

En ti, como dos líneas paralelas,

la cuna del relámpago y del hombre

se mecían en un viento de espinas.

Madre de piedra, espuma de los cóndores.

Ésta fue la morada, éste es el sitio:

aquí la hebra dorada salió de la vicuña

a vestir los amores, los túmulos, las madres,

el rey, las oraciones, los guerreros.

[…] Sube a nacer conmigo, hermano.

Mírame desde el fondo de la tierra,

labrador, tejedor, pastor callado:

domador de guanacos tutelares. […]

Extractos de   la poesía “ALTURAS DE MACHU PICHU” de su libro Canto General, el chileno Pablo Neruda (1904-1973).

Hace tal vez 6000 años, los incas domesticaron las vicuñas y los guanacos, tal como lo refiere Don Pablo a más de 3000 metros de altura en plena Cordillera de los Andes. Hoy la Puna recrea ese escenario con alpacas y llamas también. Son camélidos que brindan una excelente carne, cuero y fibra.

Estamos hablando de una ganadería con perfil económico productivo y muy amigable con el medio ambiente. Es  lo que llamaríamos una producción ganadera  sustentable  de camélidos para pequeños, medianos y grandes productores locales. Es importante considerar la tradición que toda la zona comparte en la explotación de este tipo de rodeos. Se pueden compartir experiencias y saberes muy localmente arraigados  por un pasado en común.

Los camélidos domésticos tienen bajos requerimientos de forrajes y agua y son capaces  de restaurar pastura en potreros altamente degradados. El impulso para la crianza de estas tropas ganaderas es una muestra de producción  que da  testimonio de un pasado precolombino.