Poesía de la Tierra

«Soy mujer indígena, hija de la Madre Tierra y del Padre Sol.

Pertenezco a una raza con una cultura milenaria que hoy conservo como un tesoro
Convivo con lo que me rodea, con la lluvia, el viento, la montaña, el cielo…

Soy feliz en este paisaje

Tengo tiempo para contar las estrellas
Tiempo para poner mis sueños al día,
Para danzar con los pájaros sintiendo el aire fresco del amanecer y hablar en silencio con los animales, con las plantas, con los Espíritus

Sé sembrar con la Luna los frutos del alimento,
Teñir la lana para hacer el tejido,
Hacer medicina como me enseñó mi abuela,
Cantar al nuevo día

Sé amansar sencillamente, con fidelidad y con ternura

Soy mujer indígena

Mujer, como la Madre Tierra, fértil, callada, protectora y fuerte

Sé cuando mi mundo está en peligro
Y sé cuándo las cosas son buenas o no»

Mujer indígena

El espacio americano

La diversidad de paisajes y ecosistemas americanos, permitió a las culturas precolombinas aprovechar la biodiversidad biológica para alimentarse, especialmente dedicándose a la agricultura, aún en terrazas cuando el terreno era montañoso y a la ganadería de camélidos: les proporcionaba lana, carne y leche.

Es así como afirmamos que el hombre americano se adaptó a ecosistemas difíciles que permitieron alimentar a mucha gente cuando se hacen sedentarios, en condiciones de sustentabilidad de los recursos naturales involucrados. Pero también, por desconocimiento,  se generaron desastres ecológicos que llevaron al abandono de importantes espacios poblados y a la dispersión de sus habitantes.

Cambios climáticos

Las variaciones climáticas ocurridas en el planeta durante los últimos 30.000 años condicionaron el ingreso de las poblaciones al continente americano en especial, al variar la altura en el nivel del mar, en el avance y retroceso de los hielos. Desde ya,  influyó sobre la dispersión de las especies de animales y vegetales que como hemos comentado, permitieron la subsistencia de las primeras sociedades indígenas. Pero el hombre no posee como los demás animales una especialización estructural concreta que lo adapte a ciertos climas y ecosistemas específicos. Es en realidad hasta débil, no cuenta con una importante fuerza bruta y está desprovisto de capacidades naturales para la defensa. Pero igual así, las condiciones ambientales permitieron la alimentación, el suministro de fibra y agua, generando cierta estabilidad para la supervivencia.

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«Los brujos de la tormenta primaveral»

La Literatura nos aporta la mirada de raigambre indígena del guatemalteco Miguel Ángel Asturias (1899-1974) que a distancia de siglos reflejará con habilidad sin  par en “LOS BRUJOS DE LA TORMENTA PRIMAVERAL” de Leyendas de Guatemala, el momento irrepetible del primer día, cuando la primavera interrumpe impetuosamente al invierno:

«Los ríos navegables, los hijos de las lluvias, los del comercio carnal con el mar, andaban en la superficie de la tierra en lucha con las montañas, los volcanes y los llanos engañadores que se paseaban por el suelo comido de abismos, como balsas móviles.

     Encuentros estelares en el tacto del barro, en el fondo del cielo, que fijaba la mirada cegatona de los crisopacios, en el sosegado desorden de aguas errantes sobre lechos invisibles de arenas esponjosas, y en el berrinche de los pedernales enfurecidos por el rayo.”[1]

[1] Asturias, M. A.: Los Brujos de la Tormenta Primaveral. En Leyendas de Guatemala. Guatemala, Piedra Santa, 1992.

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