«Si nos despertamos temprano, amaneceremos dentro de una nube, la que baja del cielo y se levanta de los ríos y arroyos a la madrugada, la «tatatína» del Paraná […] blanca como un hueso de Dios.

Gabriela Cabezón Cámara

Huellas del Delta

Ambiente húmedo que los guaraníes describían con la expresión «tatatína» para describir la niebla o bruma que se forma encima del río.

Si recorremos el Delta del Paraná en cualquiera de sus tres secciones, que abraza las provincias de Entre Ríos y Buenos Aires en el último tramo de la majestuosa Cuenca del Plata encontraremos un mundo mágico que amararon desde políticos hasta escritores y artistas plásticos.

El explorador portugués Pero Lopes de Souza en 1531 recorrió el Río de la Plata y el Delta Inferior del río Paraná dejó en sus crónicas descripción de los recursos abundantes que había en la región. Reconoce en la tierra firme al venado, el ñandú, muchas perdices y codornices. En cuanto al delta inferior y el Rio de la Plata menciona al ciervo de los pantanos, yaguaretés, aves y peces en abundancia y de gran tamaño (entre los que se encuentra el manguruyú), lobito de río o coipo. En el Río de la Plata: abundancia de peces, algunos de ellos de gran tamaño. (Gustavo G. Politis).

Al río lo menciona como marrón y arremolinado.

Marcos Sastre, el delta como paraíso de los dioses.

El escritor y educador Marcos Sastre vivió exiliado en San Fernando, perseguido por Juan Manuel de Rosas en el siglo XIX, y allí pudo adentrarse en el paisaje isleño remando con su canoa. Eligió describirlo por comparación con el río Peneo en la Tesalia griega como un lugar de los Dioses del Olimpo, el Tempe: valle fluvial. El Delta era para Él, un auténtico paraíso.

Fallecimiento de Marcos Sastre

Como un verdadero naturalista, Sastre según cuenta Mònica Ávila en una disertación en la Biblioteca del Congreso , navegando en soledad llega a escribir que «se podía oír con el silencio el blando murmullo de las aves, como cae la capibara (el carpincho) que se sumerge como estruendo, al carapachayo (habitante de las islas) » que se mimetiza con el río amarronado. Descubrió el equilibrio de la creación y nos convocó a respetarlo.

«El hombre no debe disponer a su antojo de la naturaleza»

Un río amarronado

En el cuento El permanente estar de Cecilia Ferreiroa aparecen los arroyos y ríos que forman el delta descriptos como agua que siempre hace remolinos y si estamos nadando en ellos, pueden tirarnos para el fondo, aguas amarronadas con movimientos de olas que golpean contra los albardones de las islas plenos de raíces de casuarinas, álamos y sauces. Las flores de las azaleas en primavera parece que brillan como con luz propia.

Jorge Luis Borges también describe en su Atlas que este archipiélago de verdes islas están separadas por «dudosas aguas». El paisaje lo visualizamos a través de sus palabras como de una pureza de ambiente con canales y arroyuelos serpenteando entre islas de suelo fértil, que dan abundancia y dulzura de frutos.

Coinciden muchos escritores que el río tiene aspecto de betún espeso que parece negro, a veces. Se debe a la cantidad de sedimentos que arrastra y han aportado sus nacientes : https://www.naturalezayliteratura.com/los-rios-color-melena-de-leon/

Este barro se amontona entre los juncos, las semillas terminan reventando en las raíces y la magia de nuevos árboles comienza. Los peces saltan cada tanto, especialmente los bagres y podemos quedarnos horas al sol mirando el agua simplemente correr, escurriéndose entre los juncales.

Juan Faustino Sarmiento que construyó su casa en «la isla» amaba el Delta y en El Carapachay, su libro, es capaz de engendrar un universo terrenal, hipnótico, producto de su experiencia en esta naturaleza. Nos regala un relato a través de una mirada extasiada, volcando en palabras mitológicas la descripción de su Edén.

«El río da que hablar… (pero) sólo
permite que hagamos las sinuosas realidades.
Poemas que no nacen de él…
Nada de un mísero instante puede ser narrado
… Sombras doradas las palabras
Se tienden sobre el río y le dibujan cortezas
De aquel fresno, que no le rozan la superficie

Jorge Aluicino

La imagen del inicio pertenece a Suzanne Krieg en Huellas del Delta