Bajan cambiantes estas masas de agua como ríos o arroyos de las Sierras Chicas en Córdoba, inundando de belleza el Valle de Calamuchita. De acuerdo a las lluvias que precipitan, los veremos cristalinos o amarronados por horas, cortarán caminos, arrastrarán troncos y nos dejarán la certeza que la naturaleza se manifiesta siempre esplendorosa para asombrarnos.
«Entre sierras y las aguas de los arroyos cristalinos me nace un poema» nos decía Enrique Larreta
Y en «El Arroyo» del cordobés Francisco Onieva
«La lentitud
del arroyo eterniza tus palabras,
la realidad que nombran,
siempre nueva,
y el movimiento ausente y giratorio
de la tierra
sobre el eje
de tus ojos.
Le dan sentido a un mundo
construido con el molde
de las pequeñas cosas familiares;
mientras, la luz del sol
traspasa y da volumen
a una hoja amarillenta
-frágil diario de la vida-
y al silencio del campo,
que resuena al batir
un pájaro las alas
en su vuelo meridional.»
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