Leyendo las crónicas del Descubrimiento de América, para los viajeros la naturaleza puede aparecer descripta como un infierno o un paraíso. Pero estas mismas historias no ahuyentaron a los miles de inmigrantes que esta tierra recibió.

Decimos habitualmente que la población de los pueblos americanos y por conocimiento directo de la Argentina, deriva de los barcos que llegaron por el mar océano de tierras europeas, asiáticas y africanas. Forjaron las diferentes Patrias, cada una maravillosa, con esa comunión de sangres italiana, española, árabe, francesa,alemana,galesa, etc.

Himno al árbol

Es Gabriela Mistral la que nos dice:

«Árbol que anuncias al viandante
la suavidad de tu presencia
con tu amplia sombra refrescante
y con el nimbo de tu esencia:

haz que revele mi presencia,
en las praderas de la vida,
mi suave y cálida influencia
de criatura bendecida.

Árbol diez veces productor:
el de la poma sonrosada,
el del madero constructor,
el de la brisa perfumada,
el del follaje amparador;

el de las gomas suavizantes
y las resinas milagrosas,
pleno de brazos agobiantes
y de gargantas melodiosas:

hazme en el dar un opulento
¡para igualarte en lo fecundo,
el corazón y el pensamiento
se me hagan vastos como el mundo!

Y todas las actividades
no lleguen nunca a fatigarme:
¡las magnas prodigalidades
salgan de mí sin agotarme!

Árbol donde es tan sosegada
la pulsación del existir,
y ves mis fuerzas la agitada
fiebre del mundo consumir:

hazme sereno, hazme sereno,
de la viril serenidad
que dio a los mármoles helenos
su soplo de divinidad.

Árbol que no eres otra cosa
que dulce entraña de mujer,
pues cada rama mece airosa
en cada leve nido un ser:

dame un follaje vasto y denso,
tanto como han de precisar
los que en el bosque humano, inmenso,
rama no hallaron para hogar.

Árbol que donde quiera aliente
tu cuerpo lleno de vigor,
levantarás eternamente
el mismo gesto amparador:

haz que a través de todo estado
niñez, vejez, placer, dolor
levante mi alma un invariado
y universal gesto de amor!»

Llegan los árboles

Podemos hacer un paralelo biológico con los árboles que en su gran mayoría embellecen el paisaje, pero no son autóctonos. A lo largo del tiempo observamos formas de adaptación entre ciertas plantas y los insectos que las polinizan.

La modalidad  con la que los arbustos,matas o árboles, que son ciegos, despliegan colores relucientes para seducir a diferentes insectos y el modo en que esos «bichos» se alimentan de las plantas al mismo tiempo que la polinizan no puede dejar de maravillarnos. Vegetación e insecto que se transforman mutuamente. En los diversos ecosistemas estas comuniones permiten que evolucionen juntos y los cambios en uno de ellos condicionaran la existencia del otro. La ecología pone el acento en estas relaciones.

Vida Exótica y autóctona

Las  especies exóticas introducidas en muchos casos junto con los hombres en forma involuntaria,no debe alejarnos de la mirada autóctona. En la bella zona del Río de la Plata, para reivindicarlas, podemos mencionar al algarrobo, el quebracho, el tala, el ceibo (flor nacional argentina) , el ibirá-pitá, el sauce criollo típico del delta del Paraná, el sombra de toro (en la imagen), el arrayán, el espinillo, laurel, guayabo, coronilla.

 

Las especies arbóreas que se fueron sumando del extranjero, se incorporaron al territorio aclimatándose por sus excelentes aptitudes botánicas e industriales. Mencionamos el eucaliptus, el álamo, el sauce llorón, pinos y sus variedades y las palmeras.

Las especialistas en Biología Vegetal del Conicet Melisa Giorgia y Paula Tecco nos dicen que :

«Es ampliamente reconocido que las especies invasoras son uno de los principales problemas ambientales en el mundo.Particularmente importante es el impacto que producen los árboles y arbustos invasores sobre la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas».

Una metodología utilizada para evaluar diferencias  » entre árboles y arbustos invasores en función del tipo de ambiente que están invadiendo (bosques y matorrales, pastizales, bordes de ríos y todos estos ambientes) y el modo de dispersión (Anemócoras, Zoócoras, Autócoras  e Hidrócoras.)»

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Habla Rubén Darío

Que sea Rubén Darío el que nos traiga el espíritu arbóreo:

¡Oh, pinos, oh hermanos en tierra y ambiente,

yo os amo! Sois dulces, sois buenos, sois graves.

Diríase un árbol que piensa y que siente

mimado de auroras, poetas y aves. […]

 

Sombríos, sin oro del sol, taciturnos,

en medio de brumas glaciales y en

montañas de ensueños, ¡oh pinos nocturnos,

oh pinos del Norte, sois bellos también!

 

Con gestos de estatuas, de mimos, de actores,

tendiendo a la dulce caricia del mar,

oh pinos de Nápoles, rodeados de flores,

oh pinos divinos, no os puedo olvidar!

 

Cuando en mis errantes pasos peregrinos

la Isla Dorada me ha dado un rincón

do soñar mis sueños, encontré los pinos,

los pinos amados de mi corazón.

 

Amados por tristes, por blandos, por bellos.

Por su aroma, aroma de una inmensa flor,

por su aire de monjes, sus largos cabellos,

sus savias, ruidos y nidos de amor.

 

¡Oh pinos antiguos que agitara el viento

de las epopeyas, amados del sol!

¡Oh líricos pinos del Renacimiento,

y de los jardines del suelo español! […]

Como se le otorga carta de ciudadanía a pobladores extranjeros que merecen vivir en nuestro territorio, hagamos lo mismo con los árboles y cada año  maravilloso desde los  Bicentenarios Patrios démosles una carta de América Forestal!