«Las hojas entristecidas por una luz diferente a la de ayer, vuelan por el aire buscando su destino, mientras el árbol llora su partida. No te aflijas por ellas…como se han ido, renacerán con una luz que inundará los sentidos”.

                                                                                    Bautista Campetelli                                                                                       

                                                                 Tomando a Sergio Sinay como inspirador, frente a un vertiginoso mundo que cambia: “al ritmo de estos tiempos en que lo descartable desplaza a lo permanente y lo fugaz a lo estable” el hombre se detiene a valorar los alerces milenarios de la provincia argentina de Chubut en el Parque Nacional Los Alerces próximo a la ciudad de Esquel.

El hombre en su condición humana debe desarrollar responsablemente una existencia que mejore al mundo y no su mundo solamente, promoviendo la preservación de ecosistemas boscosos tan maravillosos como este, enmarcado por lagos como el Rivadavia, el Futalafquen, el río Arrayanes de una transparencia que emociona, cambiando a colores verdes o más turquesas de acuerdo a la hora del día en que podamos apreciarlo.

Este Patrimonio Natural que la UNESCO pondera, nos acompaña a entrar en diálogo con la naturaleza para entender la maravillosa naturaleza del bosque con una historia de más de 3000 años. Seres vivos que harán soñado e  su largo viaje de Selva Valdiviana patagónica de semilla a tamaña grandiosidad. Han ocupado un espacio por siglos, “hablando” en silencio, majestuosos. Como dice el joven poeta Bautista Campetelli “¡El silencio es el placer de los cautivados!…por la Madre Tierra.

De la pluma sensible del chef-poeta Francis Mallmann  releemos que “el invierno en la montaña al sur, tiene rasgos que nos hacen vivir los días introspectivamente. Amanece tarde y la luz se apaga temprano…la naturaleza nos da cobijo, nos sentimos protegidos y en paz.

El silencio del bosque cuando nieva es diferente, parece más calmo, las ramas abatidas por el peso de la nieve…y allí los árboles solemnes, enfáticos, casi sentenciosos. Por allí transitan también las liebres, zorros y la bella gallina negra llamada huet-huet.”

Siempre buscamos conmover, generar empatía para cuidar espacios maravillosos, para toda la humanidad, sintiendo que queda desnuda una parte de alma que desea vivir.