El trigo  (Tritricum) es un noble cereal primitivamente  silvestre  que  crecía entre los ríos Tigris y Éufrates de la Mesopotamia asiática hace 10.000 años. Desde el Neolítico,  cuando el sedentarismo cambió la forma de alimentación del hombre prehistórico, se lo cultivó; transformándose en un alimento básico de la dieta humana. Luego llega a Europa, donde el clima templado le permite un importante desarrollo. Al pequeño grano se lo consume molido, en forma de harina. Mezclado básicamente con agua formaba una papilla con la que se hacía un pan algo duro y galletas planas.

La palabra cereal deriva de Ceres, la diosa romana de la agricultura, y designa a todos los cultivos de la familia gramínea capaces de acumular harinas, por tal motivo, también son cereales la avena, la cebada, el sorgo, el centeno, etc.

Los egipcios fueron los que investigaron el proceso de fermentación y comenzaron a amasar los panes para dejarlos  levar y luego cocinarlos. Estamos ubicados  entre los años  2.000 y 3.000  a.C.

Pero luego de un derrotero histórico importante, llega al Continente  americano de la mano de los conquistadores españoles que tenían incluido el pan en su dieta diaria.

Desde los Estados Unidos de Norteamérica, pasando por México hasta la Argentina y Chile en Sudamérica, se lo cultiva en millones  de hectáreas. El suelo generoso, las temperaturas y las lluvias le permiten crecer en pocos meses y le regala al hombre una espiga bella color amarillo claro que se mece movida por el viento.

En “Campo de trigo” de Marcos Ley González leemos

El trigo seco, trina y crepita,

a la suave mano que mece el viento,

mareando a sus pendulantes tallos,

que a millones, saludan a las nubes.

 

Finas espigas, alambradas

en tierras, veladas y labradas,

que al haz del aliento solar

silban sus filamentosos oros,

entre chipas de cordeles parpadeantes,

bruñidos, entre rutilantes mares,

tapizando de amarillos dorados

el lienzo de los instantes pintados.

 Es el campo el sueño de mi recuerdo,

una memoria clavada en cada aguja

que se afina al acordeón de la melancolía,

entre una infancia añorada, y una nueva labranza.

  Con el trigo básicamente se hace el pan y las pastas que se consumen frescas, secas o envasadas, dan de comer al rico y al pobre,  ya que no discrimina en la pirámide social.

Desde 12,3 kilos por persona en Venezuela o 9,1 kilos per cápita en la Argentina a lo largo de un año, este cereal que amorosamente crece contra viento y marea es un regalo de la naturaleza que no conoce fronteras.

El suelo es su sustento y las lluvias su bendición, eres sinónimo de trabajo y hasta los santos te protegen.

Trigo 1

Fuentes

http://www.molinosararat.com.ar/spanish/historiadeltrigo.htm

Diario La Nación. Suplemento Economía 9-8-2015

http://marcosleyjimbo.blogspot.com.ar/2012/06/campo-de-trigo-poema-by-marcos-ley.html

http://www.aapresid.org.ar/blog/hablemos-un-poco-de-trigo/