“Elige solo una maestra: la naturaleza”.

Rembrandt

 La naturaleza, el arte y la literatura tomados de la mano en un mismo rumbo, como protagonistas de la identidad nacional, como reflejo del país al que aman.

La pasión por la naturaleza puede descubrirse  en las obras pictóricas de cuantiosos artistas que expresan a través de su arte una alegoría de un mundo en el que eligen vivir.

Frida Kalho: pasión por la naturaleza

Entre Ellos destacamos hoy a la mexicana Frida Kahlo, para quien  la naturaleza era la máxima expresión de la sabiduría y el amor. Recordada es su frase: “Árbol de la esperanza, mantente firme y que viva la vida”.

Ella amaba la vida y los colores y matices que ésta podía ofrecerle.

En las obras de Frida Kahlo, existe una suerte de tensión literaria donde los animales  que la rodean no reflejan una apariencia amistosa, por lo tanto, un espectador puede preguntarse si ellos representan la seguridad de esta exótica mujer que nos invita a guardar distancia, o si son seres demoníacos que la mantienen bajo una especie de arresto domiciliario. Junto a la ambigüedad narrativa de estas obras puede observarse una pintura seca, dócil y uniforme en toda la obra. En la contemplación de la misma nada hace saltar nuestros ojos cuando hablamos de escala, de textura o de espacio; hasta la expresión de Kahlo de una pintura a otra es notablemente invariable.

Por ejemplo, en “Autorretrato con collar de espinas y colibrí” los colores vivos de las hojas detrás de Frida expresan su encantamiento por la naturaleza mexicana. Las libélulas y mariposas, alegorías  cristianas de esperanza y renacimiento, revelan su recelo a rendirse frente al dolor.

Las espinas se hunden en su cuello en representación de su dolor frente a su divorcio. Del collar cuelga un colibrí muerto con sus alas extendidas que imitan las cejas de Frida. Éste es un signo del folclore mexicano de la suerte en el amor, usado muchas veces para suplicar un nuevo romance. Sin embargo, está muerto mostrando así la desilusión de Kahlo. Sobre su hombro izquierdo hay un gato negro preparado para saltar sobre el colibrí mientras que en su hombro derecho, está su mono.

Serán estas mariposas que reposan en su cabeza como las imaginaba Manuel Gutièrrez Nàjera

«Ora blancas cual copos de nieve,

ora negras, azules o rojas,

en miríadas esmaltan el aire

y en los pétalos frescos retozan.

Leves saltan del cáliz abierto,

como prófugas almas de rosas

y con gracia gentil se columpian

en sus verdes hamacas de hojas.»
[… ]

Un nuevo testimonio de la pasión de Frida por la naturaleza  es  su  cuadro “Raíces”  que muestra a la artista recostada sobre un paisaje estéril, desierto y rocoso de resquebrajada sequedad que podría hacer referencia a uno de los tantos desiertos que cubren el centro y norte del país; vienen a nuestra memoria el desierto de Sonora, o el de Coahuila y Nuevo León, entre otros.

De su pecho surgen raíces de las que fluye su sangre como emblema de la vida. Se manifiesta  como una planta fusionada como parte de la Tierra. Directamente su mirada se presenta al espectador  mostrando un torso  abierto como si fuera una ventana que da luz a una viña. La sangre fluye a través de esa viña por los capilares rojos que se van extendiendo para alimentar a la tierra seca. Esta obra también fue denominada “El Pedregal” por la especie de cama de lava donde aparece descansando la pintora. Quizá, haga alusión a México como Tierra de Volcanes, nuestra mente vaga por el territorio  como sobrevolando el Popocatépetl, Paricutín, Ceboruco o el Tacaná.

La casa en la que eligió vivir en Coyoacán, conocida como Casa Azul, tenía un jardín con diseño lineal en cuya entrada  había  una colección de magueyes gigantes y agaves como también un patio de grava y piedra, con un imponente árbol de jacarandá.

Alegoría de la naturaleza iberoamericana

Según el Servicio  de Información agroalimentaria  de México el maguey es una planta suculenta con la que se obtienen diversos productos tales como el pulque, bebida embriagante de gran arraigo en este país así como: fibras textiles, Tequila, Mezcal y bacanora.  El naturalista sueco Carlos Linneo determinó que el nombre genérico de los magueyes era agave.

Pueden encontrase “más de cien variedades de este género, con sus especies y subespecies que ofrecen formas y tamaños diferentes. Está, por ejemplo, el maguey espadín, en Oaxaca; el agave azul, en Jalisco; el henequén, en Yucatán, y los magueyes pulqueros en Hidalgo, Tlaxcala, Puebla y Estado de México, por mencionar algunos.”

La artista investigó muchos libros de botánica, así profundizó más sobre las plantas que coleccionaba y también lo utilizó  para desplegar una revelación profunda de la naturaleza en su obra, vivió rodeada de naturaleza salvaje igual que su corazón.

La pintura de Kahlo, brillantemente concebida en lo que respecta al diseño y en la forma de presentar en una sola imagen una serie de acontecimientos que tienen lugar en un lapso de tiempo, mantiene los ojos del espectador en continuo movimiento sobre su superficie, observando además el  sentido del espacio, vibrante y maravillosamente complejo que ofrece Frida.

El arte es un compendio de la naturaleza formado por la imaginación. José María Eça Eça De Queirós